¡BIENVENIDOS!

Bienvenidos al blog de Lydia y las hijas de Tara. Aquí podréis encontrar todos los ejercicios que vamos creando en clase sobre este tema. A partir de ellos podréis descubrir lentamente aspectos del libro y quizá puede ser una inspiración para que lo leáis. Así pues espero que disfrutéis mi blog y que cada momento que entréis sea un ratito agradable en la vida de cada uno para desconectar y enfrentarse a la lectura de unos textos que pueden abrir vuestros sentimientos o bien adentraros a una aventura diaria. ¡A leer se ha dicho!

dissabte, 23 de març del 2013

¡YA BASTA!

Kim se enfundó los guantes negros, pensativa, y miró hacia arriba, tan arriba como podían alcanzar sus ojos. Estaba dispuesta a subir hasta el quinto piso a darle una paliza a aquel individuo. Sabía quién era, y sabía que a la que se lo encontrara de frente le arreglaría la cara esa de bicho malo que tenía. Ya hacía noches que lo planeaba pero la noche anterior había estado pensando profundamente en la trama. Iba a subir por las escaleras como si nada, tocaría el timbre, se lo camelaría y le propinaría esos golpes que llevaba reservando para él durante tanto tiempo.

Subió por la escalera y se encontró a Rita, la vecina del tercero; hacía tanto tiempo que había estado investigando sobre él que sabía quien vivía en cada planta y de cuantas personas constaba cada familia. Siguió su camino, llegó a la puerta y tocó el timbre. Una voz extraña le abrió la puerta preguntándole quien era bruscamente; con eso tenía suficiente para saber que no se había confundido, así que siguió con el plan. Le dijo que se llamaba María y que era la mujer de compañía que había solicitado horas antes. Él la dejó entrar con cara de baboso. Ella entró con total normalidad y al cerrar la puerta le hizo ponerse unas extrañas prendas de ropa, ella aceptó ya que sino hubiera sido descubierta porque se había presentado como tal, es decir, como María. Le siguió el juego y acabó consiguiendo llevarlo a la cama donde lo ató bravamente. Todo fue lo contrario de lo que él se imaginaba, le propinó varios golpes en la cara y le exigió gritando que le dijera dónde estaba la flor negra. En todo el momento el se negó y cuantas más negaciones hacía más se desahogaba ella.

Todas las veces que él la había maltratado ella se las estaba devolviendo. Él no tenía ni idea de su cambio de identidad así que no conoció ni a su propia ex-pareja. Mientras le golpeaba recordaba cada una de aquellas veces que él la había agredido. Con gritos despectivos y puñetazos duros de resistir. ¿La había querido alguna vez? ¿Algún día él había imaginado el dolor que ella sentía? Seguro que no. Pero ahora ella lloraba mientras le azotaba la cara. Era tonta, seguía amándole a pesar de todo lo que él le había hecho pasar. Ahora le tocaba sufrir a él, a cada cerdo le llega su San Fermín, ese era su día de sufrimiento, ese sería el día de su venganza, y además ella fue a buscarlo con solo un objetivo: encontrar la flor.

La flor negra, aquella pieza que le faltaba para completar el puzzle de la vida. Era aquella pequeña cosa que se había quedado él, aquel objeto que necesitaba para rellenar todos los huecos por tal de poder irse a Marte con su familia y sus amigos lejos de los virus y la pobreza de la Tierra. Ahora mismo estaba sola ya todos habían salido del planeta y ella se tenía que enfrentar sin ayuda de nadie a la cruda misión de conseguir la fecha de su marcha. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera para salir de aquel asqueroso mundo contaminado por los terrestres guarros como él. Él, Kanhim Spinch, padre de dos hijos, un gran empresario de fabricas importantísimas en todo el mundo que había caído en la ruina por culpa de la crisis volviéndose una persona violenta y asquerosa. Lo echó de casa después de tanto maltrato, pero teniendo sus hijos a salvo podía volver a buscar lo que era suyo. Quería lo suyo en aquél momento y no le daba miedo lo que él le decía ni lo que le pudiera llegar a hacer, los golpes la habían echo fuerte y no se rendiría tan rápido.

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